- ¿Que soy
tu qué? - pregunté confundida.
- Mi tua
cantante
- No lo creo
porque eso ocurre en los vampiros, en los cuentos y es obvio que
no existen.
- Claro que
sí. Yo soy un vampiro, el que no nos reconozcan no significa que no existamos.
- Entonces
dices que soy tu tua cantante…
- Sí por lo
que eso significa que eres mía y que te irás conmigo.
- Por
supuesto que no me iré contigo Aedan, aquí está mi familia, mis amigos y mi
vida.
- Tu nueva
vida será ahora conmigo Luisa y me alegra saber que portas el collar.
- ¿Eso que tiene que ver con lo que hablábamos?
- ¿Qué?
- Que
encontraste tu collar, eso confirma que eres mi tua cantante. - Eso no puede
ser posible, debe ser una simple coincidencia el collar, ya que lo encontré
cuando hice una actividad que odiaba.
Un año
atrás
¡Que
aburrido! Hace mucho calor y ya me duelen los pies de tanto caminar, todo por
seguir a la maestra Diana ya que su clase es de geografía y se le ocurrió la
loca idea de una excursión y yo, Luisa Banner, me encontraba a punto de
desfallecer porque no me gustan las caminatas ni mucho menos andar cargando una
maleta que pareciera que traigo piedras, ni siquiera me gusta hacer ejercicio,
yo prefiero los ejercicios pero mentales, todo lo que tenga que ver con pensar,
ya sea ajedrez, póker, o algo que no implique utilizar el cuerpo. Ahora
regresando a lo de la excursión, me encontraba juntos a mis compañeros
explorando, hasta le maestra dos dio 10 minutos para descansar. Yo decidí
alejarme ya que no soy de tener amigos solo los hablo cuando tenemos que
trabajar en equipos, los demás decidieron sentarse en las piedras hasta en
troncos, yo decidí sentarme en la rama de un árbol que no estaba muy alto, pero
no subí todo mi cuerpo por el miedo de caerme, estuve unos 5 minutos hasta que
sentí algo caminar por mis pies y al bajar la mirada me encontré una rana. Pegué
un grito y subí los pies a la rama, todos se me quedaron viendo y no tardó
cuando escuché el crujir de la rama y cuando me di cuenta ya había caído al
suelo, esta vez sí se burlaron de mí, toda penosa y colorada me tallé las
piernas y brazos para quitarme la tierra ya que nadie me ayudó, al contrario,
me ignoraron. Me quedé un rato en el suelo mientras se terminaba el tiempo de
descanso, mientras me puse a hacer figuras en la tierra y tirar piedritas hasta
que escarbé un poco en la tierra y vi un hilo enrollado de lodo, lo fui jalando
hasta que descubrí que era un collar ya que tenía una piedra, una hermosa
piedra azul, hasta podía decir que se trataba de una piedra jade pero era
absurdo, medio la limpié y la metí en mi maleta sin que nadie me viera, no
porque fue una interesada sino porque era muy bonita y al parecer no era de
ninguno de mis compañeros ya que estaba enterrada. Al poco rato la maestra nos
llamó para que continuáramos caminando, la excursión fue aburrida, pero al
menos encontré algo bonito, sin duda me había encantado por la forma que
deslumbraba ese azul cuando chocaba con los rayos del sol.
Presente
Y ahí fue
cuando ese collar pasó a estar en mi cuello, ahora me encontraba con Aedan, un
chico muy guapo, se veía un poco pálido, pero eso no quitaba lo atractivo que
era, con su cabello lacio, pero bien acomodado, alto y con unos ojos del mismo
color de la piedra que colgaba en mi cuello. Lo conocí en una fiesta porque se
acercó a platicar conmigo hasta que sacó el tema de vampiros y todas esas
estupideces, pero con lo que dijo ya no creo que lo sea.
- Creo que
te has confundido, yo este collar lo encontré por accidente- exclamé.
- Lo creas o
no pero el collar te encontró a ti, es el destino que me hizo el trabajo más
fácil a la hora de encontrarte- dijo seguro de sí mismo.
- Estás
loco, no sé qué te hayas fumado, pero te equivocas si crees que me iré contigo
cuando ni siquiera te conozco.
- Pronto lo
harás- dice acercándose a mí.
- No te me
acerques- digo con miedo y empezando a hiperventilar.
- Lo siento amica
mea (amor mío), pero te irás conmigo porque tu destino es estar conmigo-
qué diablos significa eso.
- No te
atrev…
Todo pasó
tan rápido que cuando me di cuenta ya me tenía sobre sus hombros, pataleé, pero
la gente estaba en su mundo. Cuando salimos a la calle había una camioneta, me
encontraba aterrada porque no sabía que sería de mí.
- Por favor
déjame ir- exclamé asustada.
- Lo siento amare
mea pero tienes que irte conmigo y para que no pongas objeciones…- dice
mientras saca un pañuelo que tiene un olor como a…cloroformo- estarás bien.
- No lo hag…- me tapó
boca y nariz, sentí ese olor que me empezaba a debilitar y a pesar los ojos. Lo
último que vi fue Aedan agarrándome para no caerme antes de caer en un profundo
sueño.