UNA PEQUEÑA DISTRACCIÓN
Un día como cualquiera, nos
encontrábamos platicando, como siempre tu enfrente de mí, te estaba contando
algo, cuando de repente empecé a sentir el contexto más incómodo, me miraste y
yo te miré, ambos nos miramos, empecé a sentir que mi corazón se aceleraba, al
ver esa reacción empiezas a acercarte más hasta llegar a sentir nuestras
respiraciones, podía ver como brillaban tus ojos, no sé si era la excitación o
el nerviosismo, todo parecía un sueño pero era tan real porque sentí tus manos
en mi cintura, pude sentir que mis mejillas se sonrojaban. Tus labios, tan
carnosos y con ese rojo carmesí que incitan a probarlos, pero a la vez no por
el miedo a que se convierta en una adicción de la que no pueda salir, el roce
de tus labios en mi comisura derecha envía un escalofrío a todo mi cuerpo, y
luego posamos nuestros labios uno sobre otro, la suavidad de tus labios rozando
hizo que el aire que estaba deteniendo se escape de mi cuerpo. No sé cuántos
segundos hay un contacto superficial de tu boca sobre la mía pero se sintió
como si viera pasado horas que pude sentirlo hasta el alma. Hasta que apartamos
nuestros labios, sentí un gran vacío al hacerlo y sé que tú también lo
sentiste, pude ver tus ojos dilatados por la adrenalina que provocamos, nos
miramos sin decir nada al respecto y continuamos platicando.